2 de noviembre de 2006

¿Grapa, tomo… o Monitor?


Lo confieso: No pretendo reflexionar en este post sobre el conflicto tomo/grapa, del que ya habló con verdadera pasión el señor
Persona hace unos días. La cuestión que realmente me apetecía analizar aquí es la de los cómics digitales.

Me sorprende lo poquito que se habla en la blogosfera de los cómics descargados de internet. Es un tema delicado, por supuesto, y supongo que su carácter ilegal impone cierto respeto. También puede ser que esta práctica aún está poco extendida… O quizá yo no fui a clase ese día. Por si acaso, yo escribo por boca de un “informador anónimo”, para que no dirija sus iras contra mí el ínclito Ramoncín.

Vayamos por partes.

Ojos rojos
Reconozcámoslo, el principal inconveniente de un cómic descargado es su formato. Los cómics se hacen (todavía) pensando en el formato “más alto que ancho” y los monitores tienen un formato 3x4, lo cual no favorece precisamente su visualización. Y eso que géneros como el superheroico siguen en la actualidad una estructura de viñetas panorámicas (rollito cinematográfico), que son cómodas para el formato digital. Pero disfrutar de una buena splash page sólo sigue siendo posible en papel.

Todos sabemos, además, lo que cansa y reseca los ojos leer de forma continuada de un monitor, por no destacar el placer que siente la mayoría de lectores ante la apertura de un cómic nuevo, o el olor de la tinta reciente. Por contra, los cómics digitales no ocupan espacio, algo que los compradores compulsivos (y sus parejas) valoran mucho.


Los editores digitales
Otra cuestión que surge es la de la edición. En general, se confía en que las editoriales de cómic cuenten con equipos de traductores y maquetadores profesionales, mientras que son meros aficionados quienes se encargan del trabajo digital. Pero la triste realidad es que el mimo con que trabajan los aficionados hace que en ocasiones se esté superando claramente al resultado de los profesionales.

Además, los lectores son impacientes y el desfase de meses (o incluso años) con que trabajan las editoriales españolas puede resultar muy tentador a la hora de descargarse un cómic.


Money, money, money
Pero por encima de todo lo dicho, la ventaja del formato digital es evidente: Es gratis. Antes compartías cómics con tus amigos y ahora, gracias a Internet, puedes compartirlos con cualquiera.

Ya lo comentaba Calduch hace unos días en ADLO!, los lectores de cómics estamos sufriendo una verdadera invasión de títulos que obligan a llevar a cabo una cuidadosa selección para no salirse del presupuesto. Y quién no se ha encontrado montones de veces con un cómic atrayente (pero dudoso) en sus manos y, después de comprarlo, se ha dado cabezazos contra la pared por la decepción.

El cómic descargable puede ayudar a evitar estas decepciones, y, a la larga, obligar a las editoriales a mejorar la calidad y selección de sus contenidos. Pero, ¿qué hace el lector piratilla cuando un cómic descargado le gusta? La mayoría dice, y probablemente así es, que lo comprarán igualmente. Por coleccionismo, porque en papel se disfruta más... Pero en la práctica, el bolsillo manda y una oferta demasiado amplia podría hacerle cambiar de opinión.


En definitiva, parece poco probable que el formato digital sustituya al tradicional, pero, al igual que ha ocurrido a discográficas y distribuidoras de DVD, las editoriales de cómic tendrán que tomar nota sobre este nuevo fenómeno y afrontar con imaginación la progresiva fuga de lectores.

Eso sí, como dice mi “informador anónimo”, nadie es un criminal por compartir cosas.